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sábado, 17 de agosto de 2013

Una salida necesaria (I)

Llevamos más de un mes y nos hemos dado cuenta de que no conocemos el valle más allá de las visitas del curro. Así que empezamos a mover hilos para pasar el fin de semana largo que se nos venia encima (el lunes 19 fue fiesta en Colombia). La idea principal era subir a Pereira a visitar a Patri, una compañera del programa Juventud Vasca Cooperante. Por desgracia la cosa se empezó a torcer por la huelga convocada que amenazaba con que no pudiésemos volver a Buga. Así que empezamos a pensar en otro destino: Cali.

Tampoco fue fácil, había poco hostal disponible y bastantes dudas al respecto (qué visitar, que barrios eran seguros y cuales no). Así que nos plantamos el viernes a la noche y decidimos que el sábado a la mañana íbamos y volvíamos a Cali. Amanecimos el sábado y la idea de Cali daba bastante pena por aquello de la incertidumbre. Entonces nos sacamos un as de la manga y en vez de a ir Cali nos fuimos al Lago Calima.

El lago en cuestión es uno de los sitios mas turísticos del valle y no solo para el visitante foráneo. Gran parte de la gente adinerada de Cali tiene aquí su casita (por llamarlo de alguna manera) al borde del lago.

Con el fichaje de lujo que supone llevar a Camila con nosotros, nos pusimos a las 9:30 de la mañana en la terminal para poner rumbo a Darien. Compramos algo de desayuno para el viaje y embarcamos.

Cómoda y confortable buseta
¿Quién no querría viajar con estas?
El viaje apenas duro algo más de una hora, pero dio para bastante. Por un lado las chicas pudieron sacar fotos de como las carreteras están triturando la montaña colombiana. Aquí no se espera a que la carretera este hecha para abrirla, así que todo el viaje fue esquivando baches, viendo desprendimientos y siendo victimas de adelantamientos dignos de Hollywood (o de un manicomio, según lo veas).

¿Por dónde irá la carretera? 
Como llueva se os cae el monte
De mientras un servidor se dedico a desayunar a la colombiana, como no. ¿Y qué es a la colombiana? Empanadilla, buñuelo, almojabana y cafecito solo. Claro, con la tripa llena y la falta de sueño paso lo que tenia que pasar. 

De la empanada soñada...

... al sueñecito.
Ya en Calima- El Darien, primera sorpresa del viaje: están de fiestas. La plaza del pueblo esta llena de puestos de comida, artesanos, policías, música y por supuesto gente. Mucha gente. Por si ya estábamos desorientados, el caos nos mareo más. No sabíamos ni a donde ir y nos dirigieron a la oficina de turismo.

Allí nos esperaba mucha gente con mas ganas de fiesta que de trabajar, no obstante nos atendieron a las mil maravillas. De hecho, por aquello de las fiestas parecía que la oferta hotelera no era muy alta, además de advertirnos que por la demanda y por ser de fuera las probabilidades de que nos engañasen eran muy altas. Así que la mujer que nos atendió nos dio el contacto de una conocida suya que tenia un hostalito que nos podía sacar del apuro. ¡Y vaya si nos sacó! Justo le quedaba una habitación doble a la que podíamos tirar un colchón más al suelo.

Las cosas claras. Estaba un pelin lejos del centro, sobre todo por la cuesta que había que subir hasta el hostal. Pero la dueña fue muy amable, la habitación estaba muy bien y daban comidas y desayunos que tenían muy buena pinta. DATO IMPORTANTE: Iba a ser la primera vez en un mes que nos volvíamos a duchar con agua caliente. No hay palabras que describan esta situación.

La vista nada más salir de la habitación

¡Hemos conquistado la ultima habitación disponible en Darien!
Con las cosas ya en la habitación empezamos a conocer Darien. Primera parada, un sitio recomendado y recomendable para comer. Después del viaje y todo, habíamos cultivado un hambre voraz, así que nos metimos entre pecho y espalda una parrilla de carne al carbón de espanto. Con la tripa más que llena nos bajamos al parque donde los artesanos no tardaron en avasallarnos. La idea era esperar a un cabalgata que empezaba a las 13:00. Sin embargo, eran las 14.15 y no había ni rastro de caballos. Así que nos fuimos a la búsqueda de la cabalgata sin éxitos, pero por lo menos conseguimos conocer las partes del pueblo menos turísticas.

¡A la rica parrilla!

Estos artesanos son unos fenómenos

Vamos a ver si por aquí...

El centro es el caos

Vaya caritas por no encontrar la cabalgata

La chiva rumbera
Daban casi las 16:00 y nos dicen que se esta retrasando (sorpresa, verdad?). Así que decidimos subirnos a echar una siesta al hostal para coger fuerzas para la noche y aun así esperábamos ver algo de la cabalgata. A nuestro regreso a la plaza nos encontramos el doble de bullicio y algunos caballo. ¡Estaban pasado todavía!, no nos lo creíamos. Y ya la noche nos había absorbido así que nos fuimos a cenar cositas de estas que venden por la calle: aborrajados, arepas con queso, empanadillas. Todo buenísimo.

Esa noche había reinado del pueblo. Es decir, cada vereda presenta a un muchacha que pasará a ser la reina del pueblo.Visto el despliegue de la cosa, el asunto se toma bastante enserio.

Contraste de la misa de las 19h con la fiesta de afuera
Sigo sin hacerme a estas iglesias tan luminosas
La afición desbocada
El asunto es que el certamen en si era algo bastante lamentable: se retrasaba constantemente, el presentador leyó como 6000 veces las bases del concurso. Para colmo empezaba a llover y hasta a hacer frío, visto que iba para largo la cosa, subimos al hostel a dejar cosas y coger abrigo para aguantar el resto de noche. Cuando llegamos abajo justo estaban diciendo quien había ganado. Así que en medio de la celebración volvió la lluvia más fuerte que nunca y no quedó otra que batirnos en retirada.

Camila tiene sueño y dice que nos vayamos a la cama

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