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jueves, 29 de agosto de 2013

¡Qué bonito trabajar en la montaña! (I)

Llevábamos tiempo planeando una nueva visita a la vereda de Miravalle para completar parte del trabajo que estábamos llevando a cabo en la reserva. Desde el principio se habló de poder ir unos días para trabajar más sobre campo. La cosa se iba alargando y no terminábamos de ir. Así que aprovechando la visita de Diana Patricia (la monitora del IMCA con la que estamos llevando a cabo el trabajo) dejamos caer el asunto y ¡vaya si salpicó! Siendo lunes nos dijeron "Pues vayan este mismo jueves".

Así que durante 3 días trabajamos duro para poder llegar al jueves con los deberes hechos. Y ahí estábamos el jueves, camino de Miravalle acompañados de Jessica y un hombre de la Universidad Javierana llamo Felipe, que estaba realizando una investigación sobre las fincas de las familias campesinas.

Según lo hablado el lunes, el jueves íbamos a intentar conocer las escuelas, el viernes íbamos a trabajar directamente en la reserva haciendo un trabajo de etnobotánica y hablando con gente de la zona y finalmente el sábado, trabajaríamos directamente con el grupo de jóvenes que actualmente dirige la reserva. 

Después de una pequeña caminata llegamos a la casa donde nos esperaba una pequeña sorpresa. Por lo visto hubo un fallo de comunicación y nos esperaban el jueves ¡de la semana siguiente! Ni siquiera Diana Patricia estaba en casa. Así que toco esperar, y esperar, y esperar. Eso si, bien amenizado con dulces, aguapanelas, cafés y tortas. Y alguna foto para re-reconocer la casa.

Tenemos pollos, ...

... tenemos gansos (¿o son ocas?), ...

... tenemos algún gamberro, ...

... y hasta perro llorica.
Llegó Patricia y la situación se volvió más confusa. Al no saber que llegábamos ese día hubo que sumarle que había habido varias defunciones y por ello faltaban gente en la vereda (entre ellos la maestra y algunos jóvenes de la asociación) que había bajado al valle a los velorios. Como lo que corría prisa era lo de la investigación, aparcamos nuestro trabajo por un día y nos fuimos a hacer visitas.

Entre los plátanos está el camino

Una de micrófonos por el camino

Llegamos a la finca del maestro de las cremas
La visita iba a ser a un señor que formaba parte del grupo "Renacer". A este grupo ya lo conocíamos ya que son los productores de las famosas cremas de caléndula que tanto abundan en casa para las frecuentes picadas de mosquitos, zancudos y demás fauna. Tras la entrevista el señor nos mostró donde hacen las cremas y no perdió la ocasión para vender alguna (más caras que en el IMCA sorprendentemente, parece que aplica la tarifa "noeresdeaquí").

Mucha seriedad con eso de sentarse debajo de la colada

El interrogatorio

Acta fundacional del grupo "Renacer"

Tiempo para el mercadeo. Bueno, bonito, barato oiga!
Cuando ya terminaron con su trabajo, Jessica y el hombre de la universidad se volvieron para Buga. Así que tocaba empezar a trabajar. Y para empezar, una sorpresa: Julene tenía que diseñar una etiqueta para la venta de la cúrcuma que produce la comunidad. Mientras discutían el diseño me mandaron a sacar fotos a la planta en cuestión para meterlas en el diseño. Dos profes de lujo se ofrecieron a enseñármelas y con ellos me fui.

Los profes (algo habría hecho que parece que me están regañando)

La planta de la cúrcuma
Hubo que aupar al profe para seguir con la lección
Con ese trabajo, entre lapices de colores y cuadernos fuimos cerrando el día. Se nota que el sol cae antes en la montaña y con él, la temperatura. Aquella tarde-noche hizo un frío de mil demonios hasta el punto de echar mano al forro polar (¡señora, que estamos en el trópico!). Dimos el día por finalizado exageradamente pronto, pues a las ocho ya estábamos en la cama.

¡ Vaya cara de sueño!

Tuluá a la izquierda y una quema de caña al lado

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