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lunes, 5 de agosto de 2013

Iniciando proyecto

Hemos comenzado el lunes con una sorpresa. De repente y sin aviso ¡nos vamos a Riofrío! Alguno pensará "que idiotez, si ya han estado". Pero esta vez es distinto. Vamos a conocer el lugar relacionado al trabajo conductor de nuestra estancia aquí.

Por lo visto en la vereda de Miravalle (Riofrío) existe una pequeña finca que funciona como una minireserva natural gracias a la iniciativa de unos jóvenes de la vereda. A día de hoy apenas quedan jóvenes de aquella generación y existe el miedo a perder el trabajo ya realizado. La idea es que colaboremos con esa comunidad elaborando herramientas que faciliten que los jóvenes de la vereda vuelvan a sentir suya la reserva.

Estábamos a la espera de una fecha para subir y parecía que no llegaba, hasta que el lunes sin previo aviso, nos preguntaron a ver si hoy, así tan de repente, se podía. No vacilamos ni un segundo y en 10 minutos ya estábamos rumbo a Miravalle.

Una vez allí nos recibió Patricia, una de esas niñas que empezaron con la reserva "Nuestra Herencia" y que ya se ha hecho mayor. Ya en su casa nos hicimos un poco la idea de que era aquello y decidimos que como mejor se conoce el asunto es visitándolo.

La reserva es una pequeñísima finca, con senderos creados por la comunidad. Están bien habilitados (guaduas como barandillas y es fácil distinguirlos en el suelo) pero si que es cierto que por desuso la vegetación ha ido tapándolos y estrechándolos. Eso hace bastante difícil transitar con comodidad, algo clave si queremos que sean espacios para trabajar con escolares. Hasta en algún punto era un poco peliagudo el pasar.
Bastante pendiente, pero la guadua ayuda mucho

Aquí la cosa era algo más que difícil
La primera parada dentro de la finca nos llevo al primer punto clave del recorrido: la cascada. Es un lugar de difícil acceso, ya que hay que remontar el curso del agua a través de las piedras (algo parecido a la foto de arriba). El lugar lo preside una cascadita de unos 10 metros que procura una fuente de agua fresca y un buen lugar para realizar algún tipo de reflexión o momento de interioridad.

Cogiendo un poco de fresquito
Para ser verano, cae bastante agua

Desde allí bajamos de nuevo a la cabaña que hace las veces de centro neurálgico del la reserva. Nos esperábamos el típico techo para no mojarte mientras comes el bocata, quizás con una letrina. Una vez más, qué equivocados estábamos. Nos encontramos una superestructura de madera con escaleras y demás. Un par de duchas, un par de letrinas, una planta baja que se utiliza de aula o lugar de reunión y una planta superior para dormir. Vamos un chollo en plena selva.

Buenas vistas para empezar el día, ¿no?
A esta aula hay que sacarle chispas
Desde la cabaña subimos a el punto clave, medioambientalmente hablando, de la reserva: el nacimiento de agua. Se trata de un pequeño manantial que se concentra en una piscina construida de la que se abastecen 2 familias de la vereda y la institución educativa. Es un punto clave y existe mucho interés en que la comunidad lo sienta como suyo ya que es el único abastecimiento de agua de la zona.

Pequeño pero con buen caudal 
De este lugar se puede hacer una doble lectura. La piscina esta descubierta y la presencia de materia orgánica (hojas, musgos, etc) es abundante, por no hablar de los insectos. Patricia nos comentó el interés en que sirva como abrevadero para algún animal. Teniendo en cuenta que no existe ningún tipo de depuración ni saneamiento de la fuente no parece una opción muy saludable, pero ellos no describen ningún tipo de pega al respecto.

Y ultima parada en el cedro. Es otro de los símbolos de la reserva. Se trata de un ejemplar muy curioso porque tiene asociado un árbol parásito conocido en la zona como "patudo".

Tras ver la reserva los puntos de intervención de los que hablamos con Patricia son claros. Hay que acondicionar algunos senderos y crear una señalización para la reserva. Eso solo para mejorar la reserva como lugar. De la reserva hay que destacar dos elementos clave para hacerla distinta. El agua (por ser la única fuente de agua de la zona) y el Paisaje (es un reducto natural entre plantaciones de eucalipto y pino, propiedad de Cartón de Colombia).

Así que el trabajo esta claro y repartido. Julene se currará unos carteles y me echará un cable diseñando unos módulos de educación ambiental para poner en valor esos dos elementos, y que así la reserva vuelva a ser parte de la identidad de los jóvenes de la comunidad.

Ya con el trabajo hecho, la vuelta al coche fue muy llevadera y disfrutando del paisaje. También es verdad que la ida había sido cuesta arriba y a pleno sol. Durante el camino pudimos ver fincas muy mixtas y hasta comprobar como el deterioro del suelo en esa zona, en forma de desprendimientos, había obligado hasta a abandonar casas en lugares privilegiados.

Otra vista más de la zona plana desde la montaña

Cafecito y platanito para parar un tren

Esa es la cara del trabajo bien hecho

Visitando una casa abandonada por el riesgo de derrumbe
Ahora vendrán unos días de oficina, dando forma a todo esto para volver algunos días a trabajar en la reserva y convivir con las esplendidas familias que allí arriba residen.




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